Elías Peña


Quedó impresionado cuando de muy joven la señora Socorro Sandoval le mostró por primera vez el trabajo cerámico en su taller. Había ido con su familia a Mata Ortiz a vender productos que cultivaban en su casa, y al quedarse viendo cómo quemaban ollas, ella lo invitó a pasar y dar cuenta de su habilidad y rapidez, levantando una olla grande y cerrada desde un solo bloque (a diferencia de muchos otros, que arman sus piezas por bloques, por partes).

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En aquél entonces la invitación para aprender el oficio alfarero –para incorporarlo a su economía doméstica– fue para toda la familia, pero él se especializó en una rama figurativa sin par, respecto a las formas, sus ensambles, la narrativa metafórica de las piezas como escultura y de las superficies policromadas como pintura. Es un artista maduro que conoce y domina todos los procesos de manufactura, logrando una calidad virtuosa y perfecta.

Un par de gotas de agua se presentan en esta exposición, mostrando dos estados de ese medio fundamental para la vida y para la alfarería. Una sugiere movimiento, la gota cayendo, alargada y puntiaguda, vertical. Una delicada hendidura abre el espacio interior de la olla, lista para ser llenada por la vitalidad de cualquier mundo. La segunda muestra una gota en reposo, más redonda y geométrica, quieta. Ambas sorprenden por su equilibrio, la relación que guardan con la gravedad, la gama de colores, la delgadez de sus paredes, la ligereza en sustancia. Esta relación conceptual y simbólica es uno de los rasgos característicos de la obra de Elías.

Restringe su gama cromática al color del barro, rojo y negro, por un interés específico: seguir dialogando con la cerámica antigua de Casas Grandes, sitio al que debe su formación, su familia y su labor. Cada bloque tiene su diseño, una gala de grecas y patrones que se moldean a la forma y que son resultado del manejo maestro de la línea, no tanto del punteado.

Un ensamble conformado por una olla oval y base flamígera de dos partes simboliza el momento del fuego en el proceso cerámico. Elías Peña despliega en esta y otras piezas, de profundo significado, el poder creativo que resulta del diálogo entre la herencia cultural y el diseño contemporáneo.