Héctor Gallegos Jr.

El camino cerámico de Héctor empezó con las tareas elementales de su producción: el colado del barro y la quema, inicio y final de las labores alfareras. Más tarde, su madre lo animó a pintar. Ella hizo la primera pieza para él y se enfrentó a la incertidumbre universal del artista: ¿qué pintar? Empezó con pescados, y con ello inició una abundante exploración del paisaje y la figura animal como sello distintivo, sin renunciar a las capacidades expresivas del diseño geométrico y seriado de la pintura.

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La búsqueda por la identidad personal, distintiva y muy propia, va más allá del lenguaje escultórico y pictórico de su cerámica. Hijo de Graciela y Héctor Gallegos, reconocidos alfareros en Mata Ortiz, ha labrado una larga y fructífera trayectoria relativa a la cultura del cuerpo. Las carreras cerámica y fisicoculturista iniciaron casi simultáneamente, acumulando ya 18 años de experiencia, en una venturosa vida paralela, abundante en premios y reconocimientos a nivel nacional e internacional.

Héctor reconoce que se trata de realidades complementarias, no tanto opuestas: nociones de cuidado, conciencia, salud, buenos materiales, limpieza; todos son aspectos aplicables al cuerpo cerámico, al modelado del cuerpo humano. El agua es esencial, al igual que el concepto de comunidad. Por ello en su casa no solo ha establecido una galería, donde promueve la obra propia y de muchos artistas en Mata Ortiz. Además construyó un gimnasio que sirve como sitio de encuentro, de integración comunitaria en torno a la salud, la alimentación, la creatividad y el estilo de vida basado en objetivos.

Colabora continuamente con Laura Bugarini –su compañera– en piezas que realizan en conjunto, elaborando ensamblajes que generan un ambiente de equilibrio delicado y fino en decoración. También se involucra en estrategias colectivas para la promoción de los talentos locales, distribuyendo piezas y representando su comunidad en giras nacionales e internacionales.